¿Qué es el racismo?
La raza es un producto del racismo. ¡No al revés!
El racismo se puede definir de diferentes formas. En nuestra definición, la que es de carácter más bien operacional, partimos de la observación general que el racismo incluye tanto figuras de pensamiento, ideas e ideologías, como acciones, procesos y prácticas: el racismo es algo que se piensa y se hace. Que sea una definición operacional no significa que ésta sea definitiva, sino que puede ir cambiando a medida que nuevos conocimientos permitan que el concepto se vaya haciendo más específico.
La investigación sobre el racismo muestra que éste no es un fenómeno universal que haya existido siempre y en todas partes, pero que sí tiene una historia. El racismo es dinámico, cambia en el tiempo y el espacio. El racismo no es un problema abstracto, sino que tiene un impacto concreto en la historia, la sociedad y el individuo.
Por lo tanto, sugerimos que el racismo puede ser entendido como una tecnología. Con "tecnología" implicamos el conjunto de métodos materiales e inmateriales, procesos, actividades, técnicas, cualidades, conocimientos, imaginarios y herramientas que forman y transforman la vida social, que producen algo, o parafraseando a Ursula Franklin, son “las formas en las que hacemos las cosas aquí”.
El racismo es una tecnología que:
- clasifica a las personas en unidades colectivas separadas, llamadas razas/culturas/etnias/ pueblos/o denominaciones similares, a las que se les atribuyen diversos rasgos esenciales y heredados;
- organiza dichas unidades en una escala jerárquica entre los polos de “la vida valiosa” y aquella “sin valor”, donde la prosperidad de la vida valiosa debe ser salvaguardada y donde se puede permitir que los considerados inútiles mueran o sean asesinados si ello se considera beneficioso para la prosperidad de la vida valiosa;
- logra y mantiene una distribución desigual de estatus, privilegios, recursos, derechos y oportunidades para las personas, en función del tipo de unidad o espécimen al que se supone pertenecen;
- coloca a las personas de acuerdo con la lógica de que cada espécimen debería estar en su lugar; y
- naturaliza la estructura de poder que la tecnología misma ha construido, monitoreando además los límites y flujos que ésta privilegia.
Así, el racismo puede entenderse como una tecnología que crea y mantiene la desigualdad entre diferentes tipos de personas. Por tanto, el racismo es contrario al principio fundamental de la democracia sobre la igualdad de todos los seres humanos en tanto a su valor y a sus derechos.
El racismo se perpetúa, reproduce y justifica socialmente a través de prácticas, ideologías y discursos cambiantes, a través de prácticas institucionales y cotidianas, y mediante diversas formas de violencia.
El racismo es una tecnología que crea a ese "pueblo" cuya prosperidad debe ser salvaguardada mediante una distribución diferenciada de los recursos, las oportunidades y la muerte.
Profesor Mattias Gardell y Profesora Irene Molina
Fundadoras, CEMFOR y Directores de investigación 2016-2021.